“A ustedes
soñadores con menos de cuarenta años, les corresponde la tarea histórica de
componer estos entuertos descomunales…no esperen nada del siglo XXI, que es el
siglo XXI el que los espera todo de ustedes”.
Gabriel García Márquez, discurso ante la UNESCO el 8 de marzo de 1999.
La gran contribución del ecologismo fue y vuelve a ser, hacernos tomar conciencia de los peligros que amenazan al planeta como consecuencia del actual modo de producción y consumo. El crecimiento exponencial de agresiones contra el medioambiente y la amenaza creciente de una ruptura del equilibrio ecológico configura un escenario catastrófico que pone en cuestión la supervivencia misma de la vida humana. Estamos confrontados con una crisis de civilización que exige algunos cambios radicales.
Los hallazgos del primero de los reportes, difundido el 27 de septiembre pasado, empiezan por delinear con la mayor nitidez los escenarios futuros, en particular como podría cambiar el ambiente físico durante este siglo bajo un rango de diferentes escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero.
El futuro depende de la acción climática que se
despliegue para frenar las emisiones como consecuencia de la cooperación
internacional y los esfuerzos nacionales: sin embargo, cuanto menos cambien las
políticas actuales, mayores serán los impactos para la sociedad, los
ecosistemas y las actividades económicas.
La vida en la Tierra es posible gracias a la existencia de una capa de gases que rodea el planeta. A esta capa se le llama atmósfera y está formada por nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono, vapor de agua y otros. Estos gases mantienen un equilibrio dinámico. La atmósfera permite conservar y distribuir parte del calor que proporcionan los rayos solares, atenuar la diferencia de temperatura entre el día y la noche y actuar como escudo impidiendo la radiación directa.
Según el Informe Anual del Estado del Clima, emitido por el Gobierno de Estados Unidos, la concentración de dióxido de carbono en la Tierra (2017) fue de 405 partes por millón (ppm), es decir, 2,2 ppm más que las registradas un año antes.
Nosotros hablamos de crisis climática porque hablamos con ello de la crisis del sistema capitalista y colapsos, o más bien de la crisis del mundo a raíz del sistema capitalista y del colonialismo que durante siglos explotaron sin límites los recursos naturales por ejemplo en nuestro continente y nuestra región América Latina, las culturas de los pueblos, sus saberes y conocimientos y las fuerzas de trabajo de miles de millones de personas, de aquellas que sostienen con su esfuerzo y sus energías la vida de las sociedades del mundo.
Así, el cambio climático que a estas alturas puede
considerarse como uno de los mayores crímenes cometidos contra la humanidad y
contra la Tierra, es el síntoma más claro y paradigmático de una crisis
civilizatoria que ha tocado límites.